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Seamos razonables

Ungu y Christopher

Déjenme presentarles a dos personas. Atentos, que al final haré preguntas.

Una se llama Ungu, tiene 8 años y vive en un país africano pobre. Digamos que en Mali. No conocía ese país (y sean sinceros, ustedes tampoco), pero es el primero que me ha salido al buscar "país africano pobre" en Google. Perdón por hacer trampa.

El otro se llama Christopher, tiene 87 años y vive en el país más rico y poderoso del mundo. Me da pereza buscar cuál es el país más rico y poderoso del mundo, háganlo ustedes mismos.

Ungu es negro, delgado y lleva poca ropa.

Christopher es blanco, arrugado y desde hace 9 años la única ropa que lleva encima es la sábana de una cama de hospital.

Ungu es veloz pese a ir descalzo, se le dan bien las sumas y es el mejor de su aldea tirando piedras a los árboles.

Christopher apenas puede respirar por sí mismo, tiene la movilidad de un albaricoque y la capacidad mental del hueso (del albaricoque).

Ungu morirá en menos de un año de la enfermedad que más les apetezca.

Christopher prolongará su vida hasta unos prodigiosos 100 años; el día de su centenario sus familiares acudirán en tropel al hospital a hacerse fotos ataviados con gorros de fiesta en torno a su cama. Christopher, por primera vez en tres años, moverá el dedo gordo de su pie derecho en señal de alegría.

Ahora, el turno de preguntas:

- ¿Qué porcentaje del dinero gastado en la manutención y procedimientos médicos de Christopher a lo largo de un año serviría para costear la alimentación, medicinas y estudios de Ungu durante toda su vida? (pista: el resultado es inferior al 10%)
- ¿Qué constituye que un ser humano sea considerado como tal? ¿Simplemente que pertenezca a la especie homo sapiens, sin más? (aplíquese esta pregunta a los dos sujetos de estudio)
- ¿De verdad llegar a ser un viejo podrido de 100 años es algo apetecible?
- ¿Voy a tener que sacar la manita a pasear?

Recuérdenlo: cada vez que la medicina da un paso para alargarnos más la vida, Dios mata a un gatito.

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